Sagrado

Escrito el pasado 12 de octubre


Mientras leo el libro del contrato sagrado de Caroline Myss llegan unas imágenes a mi mente, tal vez es un recuerdo, tal vez un viaje hacia mi interior, no sé.
Sigo leyendo pero la imagen sigue ahí y decido entrar en ella, no puede ser más reveladora, asusta, empiezo a entender de qué va el camino de vuelta, es la destrucción del personaje.



Me pongo música de tambores mientras escribo.



La imagen es la siguiente:


Siento que me acerco a una puerta aunque no puedo verme, lo veo todo desde mis ojos, no me percibo, pero percibo lo que ven mis ojos. Llamo a la puerta, es una casa aislada de otras, como si estuviera en medio del bosque, la puerta de madera se percibe irregular, hecha a mano. 
Es de noche. 

Abre la puerta una mujer de mediana edad de pelo claro y aspecto de madre, aunque no es mi madre biológica podría serlo. Pido permiso para entrar, pero la mujer me dice que no, antes debo quitarme los zapatos y lavarme los pies, ahora que lo escribo tengo la sensación de entrar en un lugar sagrado. 
Tengo hambre y huelo a comida. Le preguntó que está preparando y me dice que unas tortitas. Pido permiso para sentarme en la mesa y me vuelve a decir que no, que no puedo. Antes debo respetar...



Salgo de la imagen para reflexionar sobre lo que acabo de ver. 



La lectura del libro El Contrato Sagrado me lleva a una autoindagación, a verme por dentro, tal vez como una forma de saber cómo me he creado, como es mi personaje. Ando dándole vueltas, y nunca mejor dicho, al hecho de emprender el viaje de vuelta a casa, que se inicia con la decisión de verte tal como eres y, para ello, hay que desprenderse de lo creado, el personaje. La decisión la tomé hace tiempo pero no había pasado al umbral de la acción y me he dado cuenta de que no va a ser fácil, hay mucha resistencia para abandonar eso en lo que mi mente cree que es.
Tengo que entrar en mi casa y no puedo hacerlo tal como voy ni cómo me relaciono conmigo, aparece la palabra respeto o, más bien la falta de él. Me doy cuenta del poco respeto que tengo hacia mí, hacia lo que soy. Le he perdido el respeto a lo que creía que era, al personaje, y me ha resultado fácil hacerlo, pero ahora sé que no puedo relacionarme conmigo, con el que soy de la misma manera. Mientras lo que hay afuera no lo vea tan sagrado como lo de dentro seguiré necesitando el permiso para poder mirar allí. 
Así que tal como indica el libro debo permitirme hacerme preguntas y pedirme permiso para poder acceder a mí, debo verme como un espacio sagrado para ver lo sagrado dentro y fuera de mí.



Estoy entrando en la fase de los deberes y me asusta el hecho de no ser capaz, de no ver todos mis fragmentos como sagrados.



Me pregunto:



¿Qué fuerza bloquea el acceso a mí?
¿Qué defiende esa fuerza?
¿Defiende a alguien?



La respuesta a esta última pregunta es: 



A ti



Aunque parezca una obviedad necesitaba verlo porque mientras no vea lo de fuera como sagrado no veré lo de dentro, no podré entrar en mi casa.


Lección de hoy, el respeto, y como no puede ser de otra manera, empieza por uno mismo.

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