La vida desenfocada

Después de un periodo extraño con idas y venidas en esto del viaje hacia mi interior vuelvo a escribir para compartiros algo.

Sergi Torres en uno de sus vídeos que podéis ver en Youtube decía algo así: que para solucionar un problema hay que salir de él porque si nos mantenemos dentro intentaremos solucionarlo con palabras y conceptos de los que está hecho el mismo problema y, por tanto, solo lo agrandaremos o, en su defecto, aplazaremos su solución guardando el problema entre nuestros recuerdos y memorias. 
Uno mientras está dentro del problema se mueve con las energías del mismo problema y utiliza para solucionarlo aquellos mecanismos que, como resortes, el cerebro nos presenta. Esos mecanismos no nos dejan ver más allá de lo que tenemos delante, algo así como un desenfoque de la situación. El problema está generado por esos resortes del cerebro que nos hacen ver la situación como algo negativo, ante el que atacamos o nos defendemos. 
El Transurfing explica esto con los péndulos, el problema aparece como un péndulo que se mueve oscilando con una amplitud que dependerá de la emoción que se encuentre asociada al recuerdo. La mayoría de los péndulos son destructivos porque quieren nuestra energía para moverse con mayor amplitud o con más fuerza. Si nosotros ante ese péndulo decidimos atacarlo o defendernos de él estaremos proporcionándole importancia, es decir, le damos credibilidad y, por tanto, le damos nuestra energía al fijar nuestra atención en él. Podemos no atenderlo con lo que no nos afectará y no nos quitará energía pero podemos destruirlo poniendo nuestra energía en el punto contrario al objetivo del péndulo haciendo que éste deje de oscilar, el equilibrio. Si podemos integrar eso en nosotros ante las mismas situaciones podremos ver como nuestro cerebro lo que nos traerá será el equilibrio o como llegar a él.
Bach decía algo similar cuando ante un conflicto no hay que luchar contra el defecto sino potenciar la virtud, nuevamente el equilibrio. Sergi Torres a esto lo llama coherencia y honestidad.

La vida es la conciencia total que nos pone en este mundo para experimentarse y poder tomar consciencia de ella misma. Para ello, nos da y nos pone por delante multitud de situaciones para que podamos hacer consciente lo que tenemos escondido en el inconsciente. La consciencia es de por sí limitada, ese es el juego de la vida. La conciencia que tenemos cada uno de nosotros ahora solo nos permite ver y atender algunas cosas pero no todo a la vez. Una mayor conciencia implica una proporción mayor de consciencia, ganando terreno a la inconsciencia, 

Hay un detalle que perdemos de vista fácilmente, aunque lo pone bien grande en el envoltorio cuando desembarcamos en este mundo, la vida solo se da en un tiempo, el presente. Todo lo demás no existe, bien porque ya fue o porque no ha sido todavía, recuerdos y deseos. Si en cada momento en que se da la vida fijamos nuestra atención en lo que fue o en lo que puede ser, nos olvidamos de lo que es. La atención en algo distinto nos desenfoca de lo que realmente está sucediendo y vivimos ese momento a través de la interpretación de lo que sucede. La interpretación supone ver la realidad desde un lugar que no es el presente, y esto lleva a vivir un mundo paralelo distinto del que está delante de nosotros.
Como he dicho la vida solo se da en el presente, aunque nos empeñemos en vivirla desde otro punto. El desenfoque se da ahí porque creemos que los recuerdos y los deseos nos hacen vivir la vida desde el pasado o el futuro, pero eso es solo una creencia, ya que los recuerdos y los deseos cuando aparecen siempre son vividos desde el presente y en el presente. Parece como si quisiéramos ver la situación desde otro punto de vista sin darnos cuenta de que todo lo estamos viviendo en el momento presente. Todo es ahora aunque nos empeñemos en ver una parte y no todo. El hecho de darnos cuenta de que solo podemos vivir la vida en el presente y desde el presente nos da una posición de equilibrio desde la que tomar las decisiones libremente. Dejar que una situación que esté sucediendo sea tal como es sin intervenir, sin reaccionar, sin juzgar nos permite vivirla completamente. Hacerlo así supone vivir la vida sin conceptos de bueno o malo, agradable o desagradable, justo o injusto. Los recuerdos y los deseos nos llevan a limitar la vida, a vivirla parcialmente.

Tenemos el libre albedrío de elegir lo que queramos hacer con la vida, la vivimos tal como es o nos desenfocamos para vivir otra cosa. Las diferencias que creemos ver en nuestro mundo son producto de elecciones desenfocadas.

Pero no sabéis lo mejor, la vida va a estar siempre ahí poniéndonos nuevos retos, señales y situaciones para que podamos enfocar mejor. 

Los pensamientos son señales, como los utilicemos es cosa nuestra.
Atraemos los pensamientos en función de como nos encontremos en ese momento. Pero cuando los hacemos nuestros podemos caer también en el desenfoque y perdernos lo que pueden aportarnos. Mantenernos en equilibrio ante las situaciones y ante las señales nos va a hacer avanzar en el juego de la vida. Mantenernos en el desenfoque nos impide avanzar y muchas veces nos hace retroceder. Los sentimientos y las sensaciones también son señales a tener en cuenta. Observarlos y dejarlos ser también nos hará avanzar.

Por último, pensar que esto es una competición es el mayor desenfoque posible, intentar ganar a los demás o ser el primero nos desvía del camino porque nos separa de los demás. Vamos hacia una conciencia de unidad, una conciencia única que incluye a todo lo que es. Cualquier actitud hacia la vida que nos haga vernos diferentes unos de otros nos separa de la conciencia de unidad.

Nos vemos en el viaje.

Joaquín    

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