Entre reflejos, tú

Le dice el reflejo a lo reflejado: vente y mira más allá de mí.

El espejo da la imagen de lo que creo ser, devuelve un dibujo de la superficie, una instantánea que presenta solo una cara de mí.
El verdadero espejo es cuando puedes verte en los demás, en sus actitudes, en sus movimientos, en sus emociones, en sus sentimientos y en sus palabras. Cuando te ves reflejado en la vida de los otros es cuando consigues verte tal como eres. Para ello, escucha y observa.
Unas veces tendrás que situarte en la mayor oscuridad para poder ver tu luz reflejada en los demás.

El sol no puede ver su luz, pero puede verse reflejado en la Luna.

No hay que pedir perdón, sino ver el don en los de enfrente. Para ver tu don tienes que poder verlo en los demás. Que gran trabajo hacen los demás para nosotros aún sin saber que lo están haciendo. Y que gran trabajo hacemos nosotros para ellos sin saber. 

Cuando uno quiere ver solo tiene que abrir los ojos.
La culpa nos corroe, nos impide abrirlos. Con el tiempo esa culpa pasa a ser miedo y orgullo a la vez, nos identificamos con ella y no queremos perderla, forma parte de nosotros y queremos retenerla. Eso es lo que vemos en el espejo, el reflejo de una construcción, un personaje, el protagonista de nuestra obra, nuestra historia. Un conjunto de recuerdos que necesitan mantenerse estáticos e inmóviles, que se retroalimentan con el miedo a perderlos y el orgullo de pensar que son nuestros. Recordad aquella historia en la que la esposa de Lot se convirtió en estatua de sal cuando miró hacia atrás al escapar de Sodoma.
 
Poder verte en los demás te da la libertad de conocerte. Conoces tu historia viendo el reflejo del espejo que te devuelve una imagen estática, sin posibilidad de evolución, en un entorno controlado. A los demás no los controlas, y la imagen que ves de ti en ellos es dinámica, en movimiento, puedes ver más allá de tu historia, de tu reflejo. Si te lo permites te puedes ver en cada acto, en cada sentimiento, en cada emoción, en cada palabra, y si miras más te verás en todo lo que observes. Al final, si es que hay un final, todo lo que veas fuera eres tú, es la mejor forma de verte, porque todo te refleja. Tú emanas la luz que te permite verte en continuo movimiento, haciéndose y deshaciéndose en un tiempo infinito, en un tiempo presente.
Nos pasamos la vida manteniendo los momentos en fotografías fijas e intentando recordar lo que vivimos allí. Es imposible hacer eso, cuando el que recuerda ya no es el mismo, ni el recuerdo recordado tampoco lo es. Nos pasamos la vida queriendo parar el viento en lugar de sentirlo en cada instante. La vida pasa como el viento y queremos retenerla y fijarla sin darnos cuenta que dejamos de vivirla al hacer esto. Cada vez que la intentamos fijar supone una pequeña muerte, un retroceso, aunque creamos que nos sentimos vivos al retenerla, solo guardamos recuerdos muertos.

Hace años le di mucha importancia a "creer es crear", con el tiempo, veo el creer, las creencias como esos recuerdos muertos que quiero que se repitan en un futuro. ¿Los creamos al creerlos? Si, ¿Los vivimos? No
Tengo la sensación de estar muerto en vida y que al que vive en mi no le permito vivir porque yo ya estoy muerto. No necesito mantener esa imagen de mi, lo que creo que soy,  y puedo verme en los demás en ese movimiento continuo. No tengo que parar el viento, debo ir con él donde me lleve. Tenemos la necesidad mental de que las piezas encajen para formar la imagen en el espejo que creo que debe ser, de nuevo las creencias, pero el viento no deja de soplar y las piezas se desencajan una y otra vez. Llamamos vida a luchar por mantener los recuerdos en álbumes de fotos, no amigo no, la vida es el viento.
Mis palabras parecen a veces encajar en un orden esperado, pero al poco vuelan desordenadas. Tal vez, reflejo de mi alocada mente, tal vez dispuestas en un perfecto desorden por mi alma. Creo en ella, mejor, vivo en ella, un lugar que me une al todo, el vehículo que me permite verme en los demás y en todo lo que me rodea.
Como yo mismo he dicho muchas veces por tus actos te conocerán, así que pasemos de las ideas y las creencias a los movimientos. A fluir con el viento y borrar esa imagen de mi que me mantiene atado, ... me mantiene muerto.

Puedo, lo sé

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