Estás solo
En tu vida solo estás tú. No me refiero solo al cuerpo. Todo lo demás es accesorio. Tú decides quien quieres que esté en tú vida. Tú decides qué quieres que pase en tu vida. Esto lo decides antes de tener un cuerpo. Con el nacimiento aparecen los accesorios, el cuerpo, los padres, el nombre, la ropa, la cultura, la educación,... Mientras te sientas parte de ese mundo irreal no recuerdas quien eres ni a qué has venido aquí. Eso si, eres un individuo con tu identidad y personalidad propia, con tus personas queridas y tus bienes materiales. Estas separado de todo, estás solo.
Cuando empiezas a despertar reconoces lo que es accesorio y lo qué es esencial y en ese camino estás solo, nadie te puede decir qué tienes qué hacer, cada viaje es diferente. Esta soledad es tal como la conocemos en este mundo irreal.
Al final del camino, si es que hay un final, la soledad pasa a ser unidad, no hay nada más. Tu esencia se une a la de otros seres formando un todo. Ese todo es la conciencia, la divinidad, la fuente que desde lo más sutil va tomando conciencia de si misma gracias a la separación irreal. La conciencia se separa en conciencias individuales o almas y, para ello, deben encarnarse en este mundo denso para iniciar el camino de regreso. Es como si el oceano se evaporase y cada una de las pequeñas gotas de agua al separarse no recuerdan su origen y cada una va formandose una identidad separada. Una se solidifica en hielo en la cima de una montaña, otra sigue como vapor de agua y viaja en las nubes, otra forma parte del líquido celular de un ser vivo, otras en estado liquido siguen un ciclo de evaporación y licuación, otras viajen desde las alturas hasta los lagos y se quedan estancadas y otras circulan formando parte de un rio que termina su vida en el mar. Todas son gotas de agua pero no saben que son agua hasta que no regresan al oceano donde empiezan a recordar.
Todos como el agua seguimos el mismo ciclo. Nos separamos para conocernos y cuando nos conocemos volvemos a unirnos. En el proceso de separación la información del Todo viaja en cada una de las partes como el ADN en cada una de las células de un ser vivo. El darnos cuenta de eso inicia el despertar, entonces la soledad separada pasa a ser soledad de unidad.
Cuando empiezas a despertar reconoces lo que es accesorio y lo qué es esencial y en ese camino estás solo, nadie te puede decir qué tienes qué hacer, cada viaje es diferente. Esta soledad es tal como la conocemos en este mundo irreal.
Al final del camino, si es que hay un final, la soledad pasa a ser unidad, no hay nada más. Tu esencia se une a la de otros seres formando un todo. Ese todo es la conciencia, la divinidad, la fuente que desde lo más sutil va tomando conciencia de si misma gracias a la separación irreal. La conciencia se separa en conciencias individuales o almas y, para ello, deben encarnarse en este mundo denso para iniciar el camino de regreso. Es como si el oceano se evaporase y cada una de las pequeñas gotas de agua al separarse no recuerdan su origen y cada una va formandose una identidad separada. Una se solidifica en hielo en la cima de una montaña, otra sigue como vapor de agua y viaja en las nubes, otra forma parte del líquido celular de un ser vivo, otras en estado liquido siguen un ciclo de evaporación y licuación, otras viajen desde las alturas hasta los lagos y se quedan estancadas y otras circulan formando parte de un rio que termina su vida en el mar. Todas son gotas de agua pero no saben que son agua hasta que no regresan al oceano donde empiezan a recordar.
Todos como el agua seguimos el mismo ciclo. Nos separamos para conocernos y cuando nos conocemos volvemos a unirnos. En el proceso de separación la información del Todo viaja en cada una de las partes como el ADN en cada una de las células de un ser vivo. El darnos cuenta de eso inicia el despertar, entonces la soledad separada pasa a ser soledad de unidad.
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