Enseñanzas

Hace un tiempo decidí permitir que las cosas sucedieran sin más, sin ningún control por mi parte; en otras palabras podría decir que decidí dejar que los milagros ocurriesen en mi vida. Desde entonces no dejo de sorprenderme a mi mismo, unas veces es por lo que digo, o por lo que no digo, otras por lo que hago, o por lo que no hago y otras, por los pensamientos que llegan a mi mente sobre los que podría afirmar que no hubo intención por mi parte de que llegasen. Podría decir que lo que realmente decidí es apartar la mente de las situaciones, evitando su control y anticipación y experimentando cada situación como un regalo.

No sé definirlo pero ha sido como una apertura al mundo que me ha permitido observar mis reacciones y mis limitaciones ante él. Aquí puedo escribir y con letras bien grandes aquello que escribió Vadim Zeland en el 5º libro sobre Transurfing: "MI MUNDO ESTÁ CUIDANDO DE MÍ" 
Entre las situaciones ocurridas el pasado fin de semana os comparto una de la que he recibido una gran enseñanza. Se trata de una conversación sobre uno de los temas de los que aquí os he compartido, los diferentes niveles de conciencia. Se dio en un descanso de un seminario de Naturopatía con una compañera. Cada uno argumentábamos nuestra postura con puntos de partida distintos. Aunque en el fondo había una coincidencia total, cada uno lo planteaba desde un plano de conciencia distinto. La primera sorpresa es que me encontraba bien en la conversación y que podía argumentar todo aquello que iba diciendo, y no, no es porque yo llevase razón y la otra persona no, se trataba de que cada uno desde su punto de vista podía compartir su forma de ver el mundo y yo me encontraba bien. Antes hubiera huido de la discusión manteniéndome al margen pero ayer no fue así, di un pequeño salto al vacío. La enseñanza más importante es que tal como iba la conversación iba notando rigideces e intolerancias en la otra persona y, al mismo tiempo yo intentaba con otros argumentos mantener mi postura. Me di cuenta de que me iba alejando de la templanza inicial hacia sentimientos de conflicto y la necesidad, casi instintiva, de salir victorioso. Utilice mentalmente el Ho Oponopono porque vi que la otra persona estaba actuando como un espejo que me estaba ofreciendo la posibilidad de ver en mi las rigideces e intolerancias que están en mi interior. Por tanto, tenía la posibilidad de sanar, en ese momento, todo aquello que estaba percibiendo. Atravesé la puerta que apareció ante mí.

Esta persona fue, sin saberlo, una maestra que me hizo ver mis limitaciones.  

Solo puedo darle las gracias.

Muchas veces intentamos amoldar la realidad a nuestra mente, en lugar de amoldar nuestra mente a la realidad. Los niños se adaptan y se amoldan a lo que va ocurriendo en su realidad y son felices. Los adultos vamos perdiendo la capacidad de adaptación y queremos modificar la realidad para que se amolde a nuestra mente. Esto nos hace querer que las cosas sean como nosotros queremos, o como creemos que son, y no, tal como son realmente. Si no se amoldan a nosotros las rechazamos. Solo somos felices en los instantes en que la realidad es tal como queremos que sea pero solo por ese instante, porque inmediatamente surge el miedo de que deje de ser tal como queremos.

Me doy cuenta de que abandonar el control de la mente supone saltar al vacío y confiar. Esto me hace querer las cosas tal como son, las acepto, las amo y doy gracias por ello.

Cada vez más voy reconociendo en mi la felicidad que soy. 

Gracias a tod@s los que habéis estado, estáis y estaréis en mi realidad.

Joaquín    

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