In consciente

La ausencia abre la puerta de la inconsciencia.

El olvido de la unidad y la creencia en la separación crean la imaginaria dualidad de la consciencia y la inconsciencia.

La vida aquí consiste en eso en vivir la inconsciencia hacia la consciencia total o unidad. Hacer lo inconsciente consciente. Darte cuenta de que todo es lo mismo, forma una unidad.

Consciencia y presencia son lo mismo.

Estar ausente en lo que sucede en cada instante pone en marcha el mecanismo automático del inconsciente.

En el inconsciente está guardado todo lo que sucedió en cada instante y que no vivimos en presencia.

Podemos hablar del sentido de esta vida o del propósito de la misma o, incluso, de los deseos de nuestra alma o de nuestro yo superior. También podemos hablar de conseguir la felicidad a través de seguir el motivo por el cual encarnamos. Buscar esos motivos supone reforzar lo que vivimos en ausencia y que tenemos en el inconsciente. Así reforzamos las creencias, las memorias y recuerdos para justificar que seguir viviendo en base a esos objetivos es lo correcto. Vivir de esa manera supone vivir la vida en ausencia.
La vida es mucho más simple que todo eso solo hay que estar presentes en cada instante y vivirlos tal como son, sin memorias, sin expectativas, sin comparaciones. Todo lo que nos hace no estar presentes en este momento nos separa de lo que es y, en definitiva, de lo que somos. Eso es lo único que hay que des-cubrir, ya lo dijo el sabio: "conócete a ti mismo" y yo añado "y así lo conocerás todo".

Cada uno lo vamos a hacer de una manera diferente, partimos de un lugar diferente  y elegimos caminos diferentes pero en esencia es lo mismo, la presencia.

Ejemplo: unas vacaciones en familia en la que nuestra mente está más pendiente de todo lo que tiene que hacer durante el viaje y no en lo que tiene delante en cada instante.

Ejemplo: tu hijo te está explicando lo que ha hecho durante el día y tu estás pensando en que ordene su habitación o en que coma lo suficiente...

La ausencia a nivel físico implica un desorden entre el cuerpo y la mente.



Una curiosidad como sinónimo de pecar aparece la palabra faltar y esta última significa no estar o estar ausente, por tanto pecar es estar ausente. Si pecas no sigues lo marcado por las religiones, o dicho de otra forma la esencia de las religiones es la presencia. Los pecados no aparecen como algo malo que hay que evitar sino como señales que nos hacer darnos cuenta de qué nos esta separando de la unidad. El pecado original, la famosa manzana, no es más que la primera separación del todo, la primera ausencia.

No dejo de lado a las emociones que nos avisan de lo que hay en el inconsciente o de lo que puede entrar en él debido a la ausencia. Vivir las emociones en presencia las trasciende al aceptar e integrar la información que llevan junto a ellas, aprendemos de ellas y así hacemos consciente algo que estaba en el inconsciente o evitamos que algo nuevo entre en el inconsciente.

Olvidaos de lo externo como algo separado de vosotros. Mirad lo externo como parte de vosotros. Se dice que el maestro aparece cuando el alumno está preparado, añado un matiz:

Tú pones delante eso que no querías ver y que siempre habías vivido en ausencia para hacerlo consciente. Sigues necesitando de algo externo para estar presente y a eso le llamas maestro. Todo está en ti, también el maestro. Cuando aceptas que todo está en ti, no hay necesidad de maestros. En presencia hay confianza, hay paz, hay sabiduría.

El aceptar eso es el amor. Un amor por ti y por todo.

Ama

Jo a quín

Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuerpo vs Mente

Notas del ser (75) Encaje

Cartas a mí mismo 8