Otra de emociones

Hoy es uno de esos días que me apetece muchísimo desconectarme del mundo.
Hoy no hay nada en mi mundo que me haría quedarme en él, nada ni nadie.
Se trata de un desapego material casi total porque aunque uno no quiera el solo hecho de sentir me mantiene conectado al cuerpo físico.
Noto que puedo evadirme de todo lo que me sucede pero sabiendo que todo sigue ahí.
No es la primera vez y no será la última, lo asocio con la relajación previa al sueño.
Supongo que a todo esto se suma que he terminado de comer y el cuerpo reorganiza la energía para realizar el proceso de la digestión de los alimentos ingeridos.
El cuerpo necesita utilizar la energía para la digestión por lo que relaja el resto de actividades del cuerpo entre ellas la actividad mental. Esa relajación mental te abre la puerta a conectar con lo que te rodea a un nivel superior. Esta conexión con mi mundo da una sensación a la mente de descontrol porque ahora la mente no dispone de la suficiente energía y no puede hacerse cargo del entorno. Es extraño como algo tan cotidiano te permite esto y no me lo había planteado nunca. Me dejo llevar al escribir y lo anterior me lleva ahora a las emociones.

El acto de digerir alimentos y asimilar sus nutrientes del cuerpo físico está relacionado con el aceptar y el perdonar para los cuerpos emocionales y mentales. Si a nivel físico no se obstaculiza la digestión el cuerpo físico asimilará mejor los nutrientes y eliminará correctamente todo lo innecesario para él. De la misma manera si aceptamos lo que sucede y perdonamos sobre todo a nosotros mismos, es decir, fluimos con la situación viviendo la experiencia pero sin retener nada, no nos sentiremos afectados por lo que sucede en éste ni en futuros momentos.
En algún otro sitio he comentado que las emociones se quedan con nosotros hasta que aprendemos la lección que llevan consigo, que no es otra que la aceptación y el perdón en sus diversas facetas y maneras de expresarse. Aprendida la lección la emoción simplemente se desvanece una vez vivida. Pero no siempre vivimos las experiencias así: cuando  la consideramos "positiva"  nos aferramos a la emoción por un deseo de que no se acabe nunca y cuando la consideramos "negativa" nos enfrentamos a ella porque no queremos vivirla, en ambos casos no aprendemos lo que tenía que enseñarnos la emoción y se queda guardada hasta una nueva ocasión en la que podamos aprenderlo. En función de si consideramos las emociones como positivas o negativas el proceso mental es diferente debido a la creencia de que lo positivo no dura siempre y lo negativo perdura en el tiempo y puede, incluso,  pasar de generación en generación, en otros lugares a eso lo llaman karma. Pero realmente funcionan igual y no hay diferencia, una emoción siempre conlleva una lección, si la aprendemos desaparece y, si no, repetimos. Con la repetición le damos cada vez más fuerza pero con un matiz, para las positivas necesitamos cambiarle la forma para que resulte más atractiva teniendo la nueva un poder y una fuerza superior a la anterior, es decir, necesitamos que la emoción crezca, ya no es suficiente la anterior ahora necesitamos más; con las negativas no cambiamos la forma pero con cada repetición adquiere más fuerza que antes, ahora el sufrimiento por el enfrentamiento o la necesidad de huida es más grande que antes.

Basta de emociones, ahora me quedo con el estado de relajación que tengo y que me conecta con todo sin la necesidad del apego.

Gracias

Jo a quín

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