¿Sentido de normalidad?

En el anterior post proponía como pregunta clave ¿Dónde te encuentras? como algo que te sacará de muchos problemas. Se trata de situarte, de ver el punto de partida en el que estás para poder entender porque tus reacciones son las que son o porque no ves con facilidad las soluciones o, todo lo contrario, porque no reaccionas o encuentras a la primera las soluciones. Donde te encuentras es en suma quien eres en este momento.
Parece evidente que conocer quien eres en este momento es importante, es necesario hacer una mirada hacia adentro en un instante para poderse ver y actuar conscientemente. No resulta nada fácil, estamos acostumbrados a no mirarnos, forma parte del inconsciente colectivo el no mirarnos, miramos fuera y nos cuesta mirarnos, no se trata de ver nuestra imagen en un espejo, es vernos en nuestra totalidad, no solo la materia sino también lo que contiene esa materia, emociones, pensamientos, creencias, ...
Saber donde estamos no es la respuesta, solo es el punto de partida. Como la propia vida todo está en crecimiento o decrecimiento, nada está nunca parado, todo es movimiento. Nosotros no somos indiferentes a ese movimiento por lo que desde ese punto de partida podemos ver hacia donde nos dirigimos, aquí viene la segunda pregunta ¿Hacia dónde vamos? 
Es necesario tener algo hacia lo que dirigirnos, para evitar caer en rutinas más o menos desagradables, para no caer en sufrimientos, en luchar por la vida. La vida no puede ser el sentido, porque la vamos a vivir si o si. Aquí entramos en el origen de todo sufrimiento, cuando el enfoque no es hacia el lugar donde queremos ir sino a la distancia que nos falta por recorrer. Mientras haya distancia entre el lugar donde estés y el lugar donde quieres ir sufrirás, y lo que es peor, te alejarás de tu destino. Propongo una visión diferente, el lugar donde te encuentres ahora debe ser aceptado como algo imposible de cambiar, no hablo de resignación, hablo de aceptar que donde estás no está lo que quieres conseguir. El enfoque es hacia el lugar donde quieres ir marcando una línea a seguir. Si realmente aceptas donde estás ahora y estás enfocado en el destino podrás ver las diferentes opciones o señales que se te irán ofreciendo como pasos a seguir en un mapa, tú decides en cada momento. Si el enfoque lo desvías a la distancia por recorrer te producirá malestar y sufrimiento, al enfocarte ahí no podrás ver las opciones y las señales del mapa, es posible, que empieces a dar vueltas sin sentido, nunca mejor dicho.

¿Dónde te encuentras?
¿Hacia dónde vas?
¿En qué te enfocas?

Se me ocurre comentar que las respuestas a las preguntas anteriores se ha estandarizado tanto que se ha convertido en lugares a los que todos debemos llegar. Quítate la obligación de llegar a nada, no existen las obligaciones, tampoco los derechos, no hay derecho a nada. Creerte con derecho a algo o sentirte obligado a hacer tal cosa cambia el enfoque, lo obstaculiza porque impone límites. Como la publicidad, eres ilimitable, si te pones límites no harás nada. Ver dónde te encuentras te hará ver qué límites te has autoimpuesto, mirar hacia dónde vas te hará ver qué obligaciones o derechos te has marcado en tu vida, es decir que imposiciones externas te limitan, y donde te enfocas te hará ver que dudas y miedos te bloquean. El lugar donde quieras ir debe ser un lugar que tenga sentido para ti aunque te etiqueten de loco.

Las personas que no se ponen límites son las que pueden conseguir lo que quieren. No hablo de dinero, o bienestar, hablo de ser, y no, no es un secreto, es algo que que hemos ocultado y encima el hecho de no ver lo hemos etiquetado como normal. Le hemos dado el sentido de normalidad. Es normal sufrir, nos tenemos que ganar la vida. No se puede conseguir nada sin esfuerzo.

No te enfoques en los kilómetros que te faltan para llegar sino en el lugar dónde quieres llegar y si ves que no puedes planteatelo como un viaje por etapas y sin prisas, disfrutando el paisaje, y si durante el viaje se presenta la posibilidad de ir hacia otro lugar míralo como una oportunidad, cambia el destino si lo ves conveniente para ti.

Cada uno tiene su propio viaje, por lo que no puedes decidir por otros, ni los demás por ti. Compartirás viaje con algunos durante más o menos tiempo, a veces toda una vida, a veces una sola mirada. Acepta cada paso que des.

Una idea que tenemos grabada a fuego es que no somos perfectos y que tenemos que hacer algo para ser perfectos, incluso creemos que la imperfección es normal y que la perfección es inalcanzable. Esto no deja de ser un límite autoimpuesto que parte de no aceptar nuestra perfección en cada instante y el enfoque en lo que nos falta por perfeccionar. Sufrimos porque tenemos que perfeccionarnos. Nos comparamos con el ser perfecto que queremos ser porque no queremos ver lo perfectos que ya somos y nos pasamos la vida sufriendo por lo que creemos que nos falta. ¿Tiene sentido?

Yo acepto lo perfecto que soy ahora. No soy soberbio, no me creo más que nadie, sólo he decidido no compararme con nadie, no tengo necesidad de un ideal de perfección. si hay algo que quiero pongo el foco en eso, observo y decido en ese sentido. Todos los defectos y las virtudes son fruto de la comparación con los demás o con el ideal de mí que tenga en ese momento. Esa comparación es el origen del sufrimiento.  

¿Lo ves normal?
 

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