Notas del ser (43) Reflejo

5 de diciembre de 2020

Le dice el reflejo a lo reflejado vente y mira más allá de mí. 

El espejo solo da la imagen de lo que creo ser, devuelve un dibujo de tu superficie, una instantánea que solo presenta una cara.

El verdadero espejo es cuando puedes verte en los demás, en sus actitudes, en sus movimientos, en sus emociones, en sus sentimientos y en sus palabras. Cuando te ves reflejado en la vida de los otros es cuando consigues verte tal como eres. Para ello, solo es necesario escuchar y observar.

Unas veces tienes que situarte en la mayor oscuridad para poder ver tu luz reflejada en los demás. 

No hay que pedir perdón, sino ver el don en los de enfrente, que no es más que el tuyo propio. Que gran trabajo hacen para nosotros aún sin saber que lo están haciendo. Y que gran trabajo hacemos nosotros para ellos sin saber. Cuando uno quiere ver solo tiene que abrir los ojos.

La culpa nos corroe, nos impide abrirlos. Con el tiempo esa culpa pasa a ser miedo y orgullo a la vez, nos identificamos con ella y no queremos perderla, eso es lo que vemos en el espejo, el reflejo de una construcción, un personaje, el protagonista de nuestra obra. 

Poder verte en los demás te da la libertad de conocerte, el reflejo del espejo te devuelve lo que ya conoces de manera estática sin posibilidad de evolución, no puedes ver más allá de la superficie en un entorno controlado. A los demás no los controlas y la imagen que ves de ti es dinámica, en movimiento. Si te lo permites te ves en cada acto, en cada sentimiento, en cada emoción, en cada palabra, y si miras más te verás en todo lo que observes. Al final, si es que hay un final, todo lo que veas fuera eres tú, es la mejor forma de verte, porque todo te refleja. Tú emanas la luz que te permite verte en continuo movimiento, haciéndose y deshaciéndose en un tiempo infinito.

Nos pasamos la vida queriendo mantener los momentos en fotografías fijas intentando recordar lo que vivimos allí. Es imposible hacer eso cuando el que recuerda ya no es el mismo ni el recuerdo recordado tampoco lo será. Nos pasamos la vida queriendo parar el viento en lugar de sentirlo en cada instante. La vida pasa y el viento sigue soplando sin posibilidad de sentirnos vivos.

Tengo la sensación de estar muerto en vida y que al que vive en mi no le permito vivir porque yo ya estoy muerto. No necesito mantener esa imagen de mi y puedo ver en los demás en ese movimiento continuo, no tengo que parar el viento, debo ir con él donde me lleve. Tenemos la necesidad mental de que las piezas encajen para formar la imagen en el espejo que creo que debe ser, pero el viento no deja de soplar y las piezas se desencajan una y otra vez. Llamamos vida a un recuerdo, a una foto, no amigo no, la vida es el viento.

Mis palabras parecen a veces encajar en un orden esperado, pero al poco vuelan desordenadas. Tal vez, reflejo de mi alocada mente, tal vez dispuestas en un perfecto desorden por mi alma. Sí, creo en ella, como punto que me une al todo, pero no como una imagen sino como el vehículo que me permite verme en los demás y en todo lo que me rodea.

Como yo mismo he dicho muchas veces por tus actos te conocerán, así que pasemos de las ideas a los movimientos. A fluir con el viento y borrar esa imagen de mi que me mantiene atado. 

Tú puedes.

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