Notas del ser (48) Huida

23 de mayo de 2021

Esperanza para mantenerse vivos. Como motor para tener un lugar a donde ir.

Esto evita que la vida nos sorprenda. No vivimos el momento por lo que es sino por lo que implica para lo que esperamos más adelante.

La esperanza puede que impida vivir el momento. Nos mantiene en vida, nos posee, implica la no aceptación de lo que somos en este momento ya que deseamos ser otra cosa, eso que esperamos.

Deberíamos buscar un equilibrio entre lo que esperamos que sea y lo que somos ahora. Vivir el momento tal como es sin descuidar el punto hacia lo que nos enfocamos, lo esperado, y sin que esto nos produzca ninguna decepción.

La esperanza nos sirve para momentos en los que nuestra mente nos impide ver lo que sucede, alejándonos del momento presente y volviendo a vivir el pasado. 

Si conseguimos ver el encierro en el que nos hemos metido como algo nuevo que estamos viviendo ahora, podremos vivir el momento tal como es, pero casi siempre no podremos verlo así, por lo que poder ver un punto alejado hacia el que enfocarnos nos ayudará. Esto resuelve el síntoma provocado por la mente, pero no impide su repetición. La esperanza es en ese momento un medicamento que alivia el sufrimiento y que equilibra el estado emocional. Cuando la esperanza no surge como una solución a la repetición del pasado sino como el planteamiento de un nuevo futuro puede llevarnos a un desequilibrio que genere un movimiento hacia un lugar deseado, ahí la esperanza ayuda a vivir los momentos tal como son y poder utilizarlos a favor de lo esperado. Habría que ver qué esta esperanza no es producto de una huída de algo, si es así estamos igual que antes.

Los movimientos suceden a partir de un desequilibrio que al intentar equilibrarse nos mueve.

Llegados a este punto cabe preguntarse

¿De qué huyo?

Pd. La vida nos pone retos que hay que superar, la forma más de avanzar es huir de ellos. En ese caso la vida nos los vuelve a poner por delante en otro momento. La huida nos lleva a repetir el pasado.


El bien y el mal son convenciones. Algo que nos hemos puesto como límites en la vida. 


¿Qué límite me he autoimpuesto en esta vida?

Huyo de un reto que implica traspasar ese límite o he traspasado un límite y huyo del castigo que me tengo que autoimponer por no haberlo cumplido o, peor, lo que me impide avanzar es el castigo por haber traspasado el límite.

En todos los casos los límites son creaciones mentales. Son irreales. La vida desde mi punto de vista es irreal, es fruto de mi imaginación. No hay miedos, no hay límites, no hay necesidad de esperanza.

Mientras mi conciencia no pase de nivel no podré ver lo que me limitaba, ahí está la paradoja de esta vida no puedes aumentar la conciencia sino superas el límite que todavía no ves.

Sólo cabe el salto al vacío, el salto de fe, moverse sólo por el hecho de moverse y vivir solamente porque estás vivo. Sin búsqueda, sin encuentro, sin necesidad, sin hábitos, sin límites, sin ... sin tí.


Me doy cuenta que me cuesta ponerme a escribir algo. Surge una palabra o una idea y se empieza desde la conciencia más baja, el peón y va ampliándose hasta el observador que ve la partida de ajedrez. A veces llego a observar al que observa. 

Otro día más.

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